La COP15 y la pérdida de Biodiversidad
Los países miembros del Convenio sobre la Diversidad Biológica se reúnen actualmente en Montreal (Canadá) para negociar un acuerdo que detenga la pérdida acelerada de la biodiversidad. La desaparición de especies de plantas, animales y otros organismos vivos está amenazando la estabilidad de los ecosistemas esenciales para nuestras sociedades, y aun cuando este acuerdo es tan importante como acuerdo sobre el clima, inexplicablemente no ha tenido hasta ahora el mismo atractivo mediático y político.
La biodiversidad abarca a todos los seres vivos (desde los monos hasta las bacterias) y los ecosistemas (bosques, sabanas, humedales, océanos, etc.) en los que viven. Este término también incluye la diversidad genética de las especies, sus interacciones entre sí y con sus entornos. Por ejemplo, podemos usar esta palabra para hablar de un pelicano, de la costa donde vive y de su relación (alimentación) con los peces que allí habitan.
La situación actual de la biodiversidad es crítica. Un millón de especies están amenazadas de extinción y el 75% de las áreas naturales han sido alteradas por las actividades humanas, ha desaparecido el 85% de los humedales, y se ha observado una reducción rápida de los insectos (documentado localmente, pues no hay estudios globales sobre este tema). Todo ello está documentado en el informe de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) de 2019. Las principales causas de esta crisis son la expansión de las tierras agrícolas y urbanizadas, la pesca, la caza, la extracción de madera, el cambio climático, el extractivismo minero y la contaminación, en particular por plaguicidas, plásticos y especies invasoras.
Las consecuencias de la pérdida de biodiversidad son múltiples. La desaparición de especies y la destrucción de ecosistemas representa ante todo una pérdida mortal de patrimonio natural, pero los daños van más allá.
- Representa un riesgo para la alimentación, porque existe el riesgo de que la producción de alimentos se reduzca significativamente. La reducción de la polinización de las plantas por la desaparición de polinizadores, el deterioro de la fertilidad del suelo biológico o la virulencia de nuevos patógenos (como la gripe aviar en las granjas avícolas) son ejemplos concretos.
- La destrucción de bosques y humedales amenaza el suministro de agua. Los bosques intervienen en la precipitación mediante la evapotranspiración, y los humedales permiten almacenar y filtrar el agua.
- También existen riesgos de salud. Al reducirse los hábitats naturales y aumentar los espacios ocupados por los humanos, nos ponemos al alcance de los virus patógenos. A medida que los ecosistemas se degradan y fragmentan, los humanos estamos cada vez más en contacto con reservorios animales. En el año 2000, se descubrió que emerge una nueva enfermedad cada 14 a 16 meses en promedio. Esta es en particular una de las hipótesis que permitiría explicar la pandemia de Covid-19.
- Las especies invasoras también pueden propagar enfermedades en áreas hasta ahora exentas de patógenos.
- Ante el cambio climático los bosques absorben el CO2 (principal gas de efecto invernadero) mediante la fotosíntesis. Sin ellos tendríamos un calentamiento mucho mayor. Al deforestar estamos transformando los bosques de sumideros de carbono a fuentes de carbono. En otras palabras, no solo dejarán de ayudarnos, sino que contribuirán activamente a agravar el problema. Las primeras señales de advertencia de este peligroso proceso ya son evidentes. En 2021, un estudio concluyó que la selva amazónica ha emitido más carbono desde 2010 del que ha podido absorber.
Existen soluciones para hacer frente a esta crisis, pero lamentablemente no se están implementando. A nivel internacional, la mayoría de los objetivos fijados en la COP10 de Aichi (Japón) en 2010 para proteger la biodiversidad no se han alcanzado. En la COP15 de Montreal, la comunidad internacional debe negociar un nuevo marco de acción. Las soluciones que han sido identificadas por los expertos son:
- Aumentar las áreas protegidas y asegurar en alto grado su protección. La creación de parques nacionales y otras reservas es una herramienta eficaz para la protección de la biodiversidad, siempre que tengan una protección real y que esas áreas se establezcan mediante acuerdos con las poblaciones indígenas locales. Asimismo, es necesaria la restauración de ecosistemas degradados, por ejemplo, humedales afectados.
- Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El calentamiento global seguirá empeorando mientras sigamos emitiendo más gases de efecto invernadero de los que pueden absorber los sumideros de carbono naturales. En abril, el Panel de Expertos en Cambio Climático (IPCC) presentó las principales soluciones: detener la inversión en combustibles fósiles, desarrollar las energías renovables, cambiar a modos de transporte menos contaminantes (tren, bicicleta, caminar), reducir el consumo de carne y la renovación de edificios energéticamente ineficientes.
- Cambiar las prácticas agrícolas. La agricultura industrial representa toda una serie de amenazas para la preservación de la biodiversidad, que un cambio de prácticas podría reducir.
- Promover soluciones basadas en la naturaleza. Esta solución se fundamente en un principio simple: utilizar la naturaleza en lugar de luchar contra ella. Esto puede consistir, por ejemplo, en restaurar las crestas de dunas o restaurar pantanos en lugar de construir diques. El primero protege contra el oleaje mientras que los segundos absorben el exceso de agua en caso de inundación.
Los tres temas más importantes que se estarán negociando en la COP15 son:
- El marco general. Deben renovarse los objetivos de Aichi para el período 2020-2030. Estos objetivos se desglosan en una veintena de metas, entre las que se encuentran, el establecimiento de áreas protegidas en más del 30 % del planeta, la restauración del 20 % de las áreas degradadas y la reducción de las subvenciones perjudiciales para la biodiversidad, como las que financian el uso de plaguicidas en la agricultura o la pesca industrial.
Este marco ya fue elaborado y se esperan las decisiones finales. Han habido iniciativas en algunos países en los últimos años, pero también se ha producido un aumento de todas las presiones sobre la biodiversidad: hábitats destruidos, cambio climático, pesticidas, especies invasoras, etc. Más allá de la definición de los objetivos en el marco general, es muy importante la precisión de los criterios de cumplimiento que se adopten y los medios que se establezcan para controlarlos. Al igual que con el acuerdo climático, el acuerdo sobre biodiversidad no es vinculante, por razones de soberanía nacional, y por ello es muy importante que haya mucho seguimiento a la implementación.
- La distribución de beneficios. Es uno de los temas más difíciles de la negociación. Hoy en día, las secuencias genéticas de ciertas especies son utilizadas por empresas, a menudo de países desarrollados ricos, para fabricar medicamentos, cosméticos y otros productos. El objetivo de esta negociación es encontrar la manera de compartir los beneficios con los países donde viven estas especies animales o vegetales, que en su mayoría son países pobres. Además de este aspecto comercial, también está en discusión el acceso a los datos científicos sobre la biodiversidad. Muchos países condicionan su adopción del acuerdo a lo que se decida acerca de este tema.
- El financiamiento internacional. El tema del financiamiento será una de las claves de las negociaciones. Las principales reservas de biodiversidad se encuentran en los países en desarrollo. Y la mayoría de estos afirman tener muchas ganas de hacer un esfuerzo, pero carecen de medios financieros. El proyecto de acuerdo prevé una dotación de 200.000 millones de dólares anuales, aunque la Fundación para la Investigación de la Biodiversidad estima las necesidades en 850.000 millones. Cifras estas muy inferiores a lo que costarían los servicios que nos proporcionan los ecosistemas (polinización, regulación del clima, purificación del aire y del agua, etc.) estimada entre 125 y 140 billones de dólares.
En síntesis, se necesita un acuerdo ambicioso, cuantificado, con medios para ayudar a los países en desarrollo y una reducción de los incentivos perjudiciales para la biodiversidad.
A pesar de la gravedad de la crisis y la urgencia de la adopción de medidas, es poco probable que la COP15 aporte las decisiones esperadas. Ello se debe a que se está produciendo bajo condiciones muy particulares. La reunión se debía realizar en 2020 en Kunming, China, pero la pandemia de Covid-19 hizo que se pospusiera dos veces. China, que aún preside el evento, se negó a organizarlo en su suelo por su drástica política en la lucha contra la pandemia. Por lo tanto, se decidió realizar la COP15 en Montreal, donde se encuentra la sede del Convenio sobre la Diversidad Biológica. Sin embargo, Xi Jinping, el líder del país anfitrión, no estará presente. Las relaciones entre Canadá y Beijing no son las mejores en el momento actual, y debido a su ausencia, no se envió ninguna invitación a otros jefes de Estado, por lo cual no se esperan decisiones significativas.
Los bloqueos observados en las sesiones de negociación previas a la reunión de Montreal son suficientes para enfriar los ánimos de muchos países. Adicionalmente aún existen demasiados enfrentamientos y divergencias en las discusiones: muchos países se oponen a la adopción de objetivos cuantificados, y es un hecho que las negociaciones amenazan intereses financieros muy importantes en temas agropecuarios y alimentarios. Mientras se demoran las decisiones, el número de especies vivas seguirá disminuyendo y se incrementará progresivamente el número de áreas naturales que dejarán de ser habitables para muchas especies, aumentando así los riesgos antes citados.